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COVID19, evaluación y brecha digital



Sé que este post me va a traer disgustos. Voy a chocar de frente con una parte del sector bienpensante de la progresía pedagógica, porque voy a tocar un tema tabú para ellos, un asunto incuestionable. No me importa, solo aceptaré diatribas o discusiones basados en los elementos que concurren en el tema, que le son consustanciales, prescindiendo de todo apriorismo y de cualquier elemento que contenga el más mínimo elemento de juicio ideológico o de cualquier otro tipo de etiquetas o prejuicios.

Me refiero a la brecha digital. Tan importante ahora para dos cuestiones, la transición a la enseñanza y al aprendizaje  online y la evaluación a través de la maestría en el aprendizaje, de la consecución de logros y de la adquisición de habilidades.

Se parte diciendo que aunque esa forma de aprendizaje fuese muy buena y sustitutiva de la habitual, hay un ¿10 un 20? por ciento de alumnos que no tienen tecnología digital. Se me ocurre, a propósito de esto, preguntarme  ¿por qué todavía se hace esa distinción, identificando educación habitual, la buena , la fetén, con la basada en la clases, cuando desde 1968 sabemos que la influencia presencial en clase es mínima comparado con otros factores y otras variables en que se produce el aprendizaje, incluyendo muy variadas formas de interacción personal directa o mediada.

Posiblemente haya un porcentaje de alumnos y de familias que no tengan ordenador impresora o Internet y wifi en casa. Pero hay una infinidad de estrategias de aprendizaje, de formas de enseñar y de ejercer la tutoría, la entrega de materiales para la tarea y para la ayuda pedagógica, con unos elementos muy sencillos y que todo el mundo dispone, la mayoría de los alumnos y todos los padres y las madres. Me refiero, como habrán podido imaginar, al móvil, al smarphone. Ahora veremos cuales son esos elementos y esas estrategias. Todas ellas muy aquilatadas por estudios e investigaciones.


Hoy día los mendigos y la gente de los estratos sociales más desfavorecidos tienen smarphones. Y por supuesto, los padres y madres trabajadores de la clase más humilde también, y muchas veces sus hijos lo tienen de superior calidad y potencia que ellos. En mi ciudad, en la calle Trapería hay un mendigo que se llama León, muy simpático que tiene un estupendo móvil, mejor que el mío. Y me parece justo, no lo critico, no es el tema. Bajo mi casa hay un gorrilla inmigrante muy simpático, que me llama “papi” y al cual las señoras dejan monedas, y las llaves del coche, para que les reponga el ticket de la ORA. También lleva un estupendo móvil, bueno,al menos puede hacer WhatsApp, enviar y recibir documentos, muchos de los cuales son imágenes que obtiene con una excelente cámara que capta imágenes y las convierte en JPG. Algunos de estos personajes, adolescentes gorrilla o mendigo, si me ven, lo que ellos creen, apurado con el móvil, entendiendo que es por mi edad, la que aparento, cuando sólo es que mi psicomotricidad fina ya no es tan fina, porque no me manejo bien con la tecnología, me ayudan.


En definitiva un móvil es un potente ordenador y las copias hechas del móvil valen en cualquier de las copisterías que hay junto a la universidad a un céntimo el folio, o poco más.


Los chicos lo saben y lo utilizan para sus cosas. He compartido con ellos frecuentemente la cola, que ya no es tanta porque abundan estos negocios.

La tercera clave de disponibilidad son las redes de datos. Se dice que estos hogares, los de la brecha carecen de Internet y de wifi. Pero no es cierto. Si tienen móvil tienen Internet y la wifi local del móvil. Dirán que es caro. Ahora no es cierto o no tiene por qué serlo. La gente está confinada, han quedado libres y disponibles millones de gigas de datos. Movistar lo sabe, es muy lista, y está enviando mensajes a sus clientes. Me ha enviado uno diciéndome que, con motivo del coronavirus, su filantropía lo que me quiere como cliente, etc etc, pone a mi disposición 100Gb en vez de las 4, 6 ó 10 que tengo habitualmente contratadas.


Esto es algo que se ha encontrado, pero que el gobierno debiera ser consciente, y en vez de ver brechas digitales, como primera medida para la transición poner a disposición de estos usuarios, o en general, un ancho de banda que permita el acceso a Internet como si fuera wifi a estos sectores. Obviamente esto es menos visible y televisible que llevar en mano una tablet a un pobre niño de un hogar marginal… Pero es mucho más eficaz.

Con el móvil puedo comunicarme con mi profe y mis compañeros, hablar con ellos a través de las múltiples opciones de videoconferencia, igual que con un ordenador, o mejor, recibir consejos pedir ayuda.

Puedo acceder a documentos, libros, fragmentos de libros, textos, actividades,,,, ¿Que no puedo procesarlos, escribirlos porque son pequeños en una pantalla pequeña? No importa, yo diría que es bueno, me permite trabajar en analógico estimulando mis manos, mi tacto, mi vista. Puedo ir a la copistería y sin contacto con nada, por si el contagio, con el bluetooh puedo enviar documentos e imágenes e imprimirlos a un céntimo la página, o dos, un euro 50 páginas. Y escribir, leer, recortar sobre ellas. Mucho más barato y más libre que con caros libros de fichas publicados por las editoriales ¡Ah, las editoriales!



Finalmente puedo fotografiar los resultados o lo que va quedando conforme lo voy haciendo, sobe la marcha de la tarea, o ilustrar mis dudas y consultas, y enviarlos para los corrija o para el feedback al profesor o a los compañeros.

Esto son algunas posibilidades y algunas formas de trabajar. Lo demás lo importante no es la tecnología es lo que se haga con ella, las estrategias de que se doten profesores y alumnos para enseñar y para aprender. Las posibilidades de lo que en la tecnología educativa se llama BYOT son mucho mayores que la capacidad y la creatividad que tengamos para utilizarlas eficientemente. Esa es la cuestión: El factor humano como factor clave de los entornos de aprendizaje apoyados con la tecnología, tecnología que siempre la hay y es muy rica y potente. La riqueza de los procesos cognitivos que pueden desencadenarse depende de nuestra iniciativa e interés. Ese es el factor clave, el concepto de brecha digital es rendirse sin plantear batalla.

¿Por qué esto no se hace, es porque el gobierno y sus expertos no han caído? Es posible, pero es posible también que no interese. Se imaginan que merced al coronavirus, como va a suceder con muchas disrupciones, aprendemos que con la tecnología eficiente vamos a aprender a hacer muchas casas de forma más eficiente y más barata que con los medios tradicionales. Como por ejemplo puede suceder ahora con los materiales didácticos tradicionales en papel vendidos a precios astronómicos por las editoriales de libros de texto. Esto puede ser la clave de la cuestión. Hasta ahora los recursos educativos abiertos con lo potentes que son han perdido todas las batallas contra este poderoso enemigo. Será este e momento en que las cosas cambien. Veremos.
Pero volvamos al uso de estos entornos con algunas referencias.


Hay un principio, una metodología docente muy estudiada en estos años atrás sin la urgencia del COVID, por qué no echamos mano de todo lo estudiado e investigado de todas las experiencias realizadas. El principio es el del BYOD (BYOT (“Trae Tu Propia Tecnología” o “Bring Your Own Technology”).

Eso es lo que ya se decía en esta fecha 24 de marzo de 2013, hace siete años:

Viene a cuento esta reflexión por la tendencia, difundida ahora, de que los alumnos utilicen los recursos personales, que ya les son familiares. Esta tendencia procede de otros ámbitos de la actividad y es llamada BYOT (“Trae Tu Propia Tecnología” o “Bring Your Own Technology”). Se ha incorporado a la educación desde los niveles preuniversitarios y ha sido recogida en el suplemento de Educación del New York Times del 23de marzo de 2013):
Así mientras en nuestro país los educadores, los responsables políticos, y no pocos expertos, siguen debatiendo si los ordenadores son una buena herramienta de enseñanza, de forma muy aislada en España y cada vez con más frecuencia en EE.UU., un número creciente de maestros, y aún de escuelas y departamentos, están adoptando un nuevo enfoque, en este punto ignorado o controvertido, puesto que en nuestro país está prohibido sin más ---y puede que esté justificado si no se utiliza de forma controlada---  que los alumnos traigan sus smartphones. Se trata de pedir a los estudiantes que traigan sus propios teléfonos inteligentes, tablets, ordenadores portátiles, e incluso sus consolas de videojuegos, a clase.

En EE.UU. según la noticia son los propios maestros de las escuelas (no los teóricos ni los expertos) los que dicen que es, usando los dispositivos de los propios estudiantes, la forma más sencilla de utilizar las más recientes incorporaciones de utensilios y de aplicaciones para aprender. Las generaciones últimas de dispositivos y aplicaciones, y con las que están más familiarizados, no necesitan aprendizaje y son casi como una prolongación de su anatomía. Curiosamente el NYT utiliza el ejemplo de las matemáticas, después veremos que ese fue el caso, el uso de Wofram, que experimenté con mis propios alumnos. De esta forma el maestro  “por ejemplo, les enseña matemáticas, les pone pruebas con preguntas y les permite compartir y comentar con los demás el resultado de los ensayos”.
Evidentemente los defensores de la nueva tendencia aducen que hay otra ventaja: se ahorra dinero para las escuelas, que siempre van cortas de efectivos.
La experiencia ha prendido incluso en algunos distritos escolares grandes en la Florida Central y cerca de Houston y Atlanta. Ya están recibiendo llamadas y se preparan para recibir visitas de  administradores de otros distritos que consideran la posibilidad de seguir su ejemplo.

Si buscamos “byod in education” en Google Scholar aparecen más de 15.000 resultados en 0,06 segundos. Con miles de citas. Si escribimos  Bring your own technology (BYOT) aparecen algunos miles más.

Y esto es lo que se hacía en  2011, hace diecinueve años, se hacía en la práctica con alumnos reales de entonces y con un smarphone LG de 60 euros de los de entonces:

"En la imagen se puede ver la representación de la función x^3/(1-x^2) utilizando un smartphone LG de 3,2 pulgadas, con Andröid, de un alumno, y con Wolfram.

Se ven perfectamente los limites infinitos y las asíntotas, además de poder comprobar crecimiento, decrecimiento, concavidad, convexidad, puntos de inflexión, etc.

Pueden trabajar sin cables, ni enchufes, ni aulas de informática. Sin desplazamientos de alumnos  y profesores por los pasillos entre clase, pueden trabajar en el aula de siempre con el material de siempre a mano. El centro ahorra espacio y en mantenimiento de aulas, instalaciones y equipos, sin virus y sin que desaparezcan los ratones. Los alumnos utilizan el equipo que utilizan para tantas cosas y que le es familiar






Y esto mismo es lo que hacía en clase convencional con tiza y pizarra: 



En este post sólo se trata de ofrecer una perspectiva distinta de lo que se se dice. No se quiere sentra cátedra de nada. Es sólo un ejemplo de la potencia del medio y de la forma de utilizarlo. Obviamente las posibilidades se multiplican en otros ámbitos, niveles y disciplinas. Pero es conveniente tener también esta perspectiva antes de hablar a la ligera.





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